A los 15...

Aun hoy en Buenos Aires algunos melancólicos evocan leyendas de tiempos lejanos y se esfuerzan para recordarle a los porteños el valor del obrar bien y lo importante de cultivar las artes nobles. Idiotas, borrachos, locos, muchos son los apodos que el porteño contemporáneo, carente de la guapeza del pasado e inflado de vanidad, usa para descalificar y ridiculizar a estos hombres atrapados en el pasado, exponentes de valores perdidos y de voluntad inquebrantable.

La labor de estos hombres es digna de ser rescatada, si bien no he tenido la suerte de haber vivido aquellos tiempos ni la desgracia de añorarlos con desesperación considero que no seria ilícito que alguien como yo, se encargase de escribir estas leyendas de soñadores, borrachos o como quieran llamarlos.

Sabrán disculpar mi incompetencia al intentar recitar lo que estos moradores de lagrimas se han encargado de difundir tan imperiosamente.

Antes de comenzar seria bueno señalar el porque los esfuerzos de estos seres esclavos de la memoria no han podido hacer escuchar su mensaje, prometo no extenderme mucho.

Estos hombres han sido bendecidos con una lírica tan apreciable como incomprensible para aquellos seres que viven de cuentas, salarios y responsabilidades, por el contrario los inmaduros llenos de sueños y memorias hemos encontrado en las palabras de estos hombres la fantasía del regreso, una oda al amor, algunos han creído escuchar el canto de los Serafines., pero nadie presta atención a estas victimas del ángel de la locura.

La comparsa racionalista ha domado al porteño de hoy en día, este ya no se pregunta hacia donde van los subtes después de las 11, que maravillas y tesoros esconde el escote de la vecina, cual es el secreto para un verso perfecto, o que hechizos oculta la letra de el mundo del revez.

La CalleNazca.

Millares eran las reflexiones del grupo de muchachos que paraban en la calle Nazca, pibes que no habían podido conquistar siquiera la boca de una dama, muchachos que temblaban ante una mirada cómplice, que se congelaban ante un hola y se lamentaban por cada adiós.

De un lado de la calle estaban los que lo anhelaban.

El tiempo se detiene, el cielo se desploma, los sueños se vuelven reales, las sonrisas permanentes, los besos curan heridas y los ocasos pierden su primacía.

Comentaban inquietos pero tranquilos.

En la vereda del frente abundaban las criticas y el aborrecimiento.

El amor idiotiza, el amor te traiciona, lo peor de todo es q el amor termina, nunca amaremos, nunca besaremos, ni cantaremos, jamás saldrán de nuestros labios poesías, nunca saldrán lagrimas de nuestros ojos. Gritaban al compás del alcohol.

Los primeros, amaran, sufrirán, y se rendirán ante la voluntad de Eros. Amaran con locura todos los días, lloraran mas de lo que reirán, y morirán con una sonrisa dibujada en sus rostros.

Los segundos están condenados al Tártaro, a yacer junto a Prometeo y demás traidores, vigilados por los Hecatónquiros Coto, Briareo y Giges. A ellos les corresponde el peor castigo de todos, no tanto por traicionar la voluntad de un dios menor, sino la del universo mismo.

O acaso ustedes creen que lo que hace girar a la tierra, es la gravedad del sol, que las galaxias bailan al compás de la teoría del caos?